Escribía Joan Manuel Gisbert en su novela, ya clásica, El misterio de la Isla de Tokländ: “Las ansias de nuevas emociones de todos los aventureros, exploradores y descifradores de enigmas que todavía existen en nuestra época, van a verse colmadas próximamente por un objetivo digno tan solo de los más audaces entre ellos”.
El escritor hablaba en su novela de un enigma que hay que descubrir y que se halla en una isla remota del océano Índico. En nuestro proyecto el “enigma” a descubrir no se halla en ninguna isla, cripta o sima, sino que la respuesta está en el método científico: explorar cómo las recomendaciones globales sobre la prevención de la diabetes pueden ser trasladadas con éxito a entornos de recursos medios y bajos.
El viaje previsto de esta aventura son cinco años. Como en toda épica además de protagonistas debe haber también antagonistas. Ya contábamos con ellos, son las propias dificultades inherentes a un proyecto de investigación. Pero no hay aventura sin grandes problemas.
A principios de octubre del año pasado la República del Ecuador sufrió una época tensiones políticas de la que pudo felizmente salir. En marzo de 2020 debido a la pandemia global por la crisis del coronavirus tanto Ecuador como España declararon el estado de alerta junto con la mayoría de los países europeos y americanos. ¿Quién da más?
La consigna de todo aventurero es continuar. Pese a los imponderables el proyecto CEAD avanza. Es necesario seguir acumulando información, datos, así como preparar el equipo para que pueda iniciarse la primera fase del programa de campo en cuanto la emergencia sanitaria haya cesado. No hay aventura literaria que no contemple finalizar con éxito, ni proyecto científico que no entienda que la perseverancia es la clave del éxito.
Créditos de las imágenes: D. Antonio Lenguas. «El Misterio de la isla de Töckland» – Espasa Calpe, 1981