Skip to main content

Acciones políticas para mejorar la salud pública

By diciembre 5, 2024diciembre 9th, 2024Divulgación Científica, Material gráfico
  • El transporte activo depende de la movilidad y conectividad local
  • El espacio donde trabajamos afecta a nuestra alimentación y actividad física
  • Las escuelas pueden fomentar los hábitos saludables desde edades tempranas

 

Los hábitos de vida saludables, como la alimentación sana y la actividad física frecuente, salvan vidas. Una dieta adecuada puede prevenir la muerte de casi 1 de cada 4 adultos (hasta el 24%). Aumentar la actividad física también tiene un efecto positivo en enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, salud mental y diabetes. Pese a que es una realidad que corrobora la comunidad científica y que los gobiernos se esfuerzan en comunicar, la obesidad, el sedentarismo y  la mala alimentación siguen en aumento. Las zonas más afectadas son los países de ingresos medios y bajos, como Ecuador, lugar que el proyecto CEAD (Contextualización de la Evidencia para la Acción en Diabetes) ha tomado como referencia.  De acuerdo al equipo investigador de CEAD, el entorno físico y social de las personas es uno de los factores que más influyen en su salud. Por ello, proponen un cambio de paradigma en la forma de fomentar los hábitos de vida saludables. En lugar de volcar todos los esfuerzos en modificar el comportamiento de las personas mediante medios motivacionales o educativos, defienden que es preferible crear entornos que promuevan la salud a través de acciones políticas

 

Algunas acciones políticas a nivel nacional han mostrado ser efectivas, como la aplicación de impuestos más altos a los productos no saludables. El proyecto CEAD propone complementarlas con políticas locales enfocadas a tres tipos de entornos: exteriores, interiores y escuelas.

 


Exteriores saludables (Descargar PDF en tamaño A1)

 

La movilidad activa es uno de los aspectos clave para fomentar la actividad física en los entornos exteriores. En ese sentido, es imprescindible que los lugares cotidianos por donde transita la población tengan conexión a pie o en bicicleta. Los cruces peatonales, senderos y los carriles bici que unen áreas residenciales, lugares de trabajo, centros educativos, centros médicos o lugares de ocio suponen una alternativa saludable a la movilidad inactiva que proporcionan los vehículos de motor. Para fomentar su uso se debe garantizar que sean seguros, tanto en el tránsito como en el estacionamiento de los vehículos sin motor. También es conveniente que sean accesibles, con plazas de estacionamiento para personas con movilidad reducida o sin barreras arquitectónicas. La iluminación por la noche y la sombra por el día, los asientos, las áreas de juego y los merenderos contribuyen a que sean más atractivos. También suma la inclusión de señales que indiquen la distancia o tiempo a pie hasta lugares frecuentados o recursos locales.  Los caminos, senderos y carriles deben contar con un correcto diseño y mantenimiento, sin obstrucciones, con superficies antideslumbrantes y pavimento táctil. Otra medida útil es reasignar el espacio vial para dar prioridad a peatones, ciclistas y otras formas de transporte activo frente a los vehículos de motor. 

 

La actividad física también puede fomentarse mediante instalaciones y equipamiento deportivo adecuado. Su utilización se puede fomentar mediante la reducción de tarifas, variación en los horarios de funcionamiento o los servicios de cuidado infantil. También resulta efectivo ofrecer una programación de actividades como baile, ciclismo o natación impartida por profesionales cualificados. Todo ello complementado con campañas comunitarias de promoción y concienciación de sus beneficios.

 

La alimentación saludable se puede incentivar mediante precios asequibles y locales de fácil acceso a pie, transporte público o en comunidades rurales. También son de ayuda las redes de intercambio de alimentos, los huertos o invernaderos comunitarios y los mercados de agricultores. Por el contrario, los establecimientos que oferten alimentos y bebidas no saludables deben limitarse.

 


Interiores saludables (Descargar PDF en tamaño A1)

 

La actividad física también puede ser promovida en interiores. En los espacios de trabajo, la existencia de escaleras bien diseñadas y señalizadas mediante carteles que indiquen sus beneficios para la salud, pueden fomentar su uso. En el entorno profesional también resulta de utilidad proporcionar a los empleados acceso a un área de gimnasio complementada con vestuarios y duchas. De forma general, en infraestructuras, instalaciones y programas que promuevan la actividad física, es conveniente asegurar la privacidad en los vestuarios, una iluminación adecuada, un correcto mantenimiento y ofertar actividades competitivas y de género mixto.

 

La alimentación saludable puede fomentarse en los espacios de trabajo a través de carteles, mensajes verbales, precios más bajos y posicionamiento de productos con mejores propiedades nutricionales, incluidas las máquinas expendedoras. Si se ofertan menús, es beneficioso incluir información sobre el contenido calórico. En su defecto, se pueden enumerar los ingredientes y describir los métodos de cocción utilizados. En cuanto a los alimentos envasados, es aconsejable introducir un sistema de etiquetado único y fácil de entender que informe de forma sencilla y frontal a los consumidores. En ese sentido, es conveniente que se establezca una regulación sancionadora para las empresas que incumplan el etiquetado. Además, las empresas que produzcan alimentos y bebidas con alto contenido de grasa, azúcar o sal deben tener restringida la promoción y venta de los mismos a través de recursos públicos. En concreto, se recomienda que los lugares frecuentados por niños y jóvenes, como museos o centros recreativos, eviten el patrocinio o la venta de productos no saludables. En su lugar, es preferible la disponibilidad de opciones más saludables y asequibles. Por último, los programas públicos de educación nutricional deben ser accesibles y fomentar la conciliación. Para ello, deben impartirse en lugares hasta los que se pueda llegar a pie o en transporte público y programarse en horarios compatibles con el trabajo y los cuidados infantiles.

 


Escuelas saludables (Descargar PDF en tamaño A1)

 

La actividad física del alumnado puede incentivarse a través de políticas públicas que afecten a las infraestructuras y actividades de los centros escolares. Al igual que en los espacios de trabajo, la subida y bajada de escaleras puede suponer un ejercicio físico cotidiano que resulte significativo a la larga. Para fomentar su uso, es necesario que estén bien diseñadas y señalizadas, incluyendo la colocación de carteles que enfaticen los beneficios asociados a su uso. Del mismo modo que en los espacios interiores, los grupos informales de paseo o ciclismo pueden beneficiar a sus usuarios y es especialmente recomendable que involucren al personal, estudiantes y familias de la escuela. Durante el horario lectivo pueden realizarse sesiones de concienciación y motivación para la realización de ejercicio físico. También es aconsejable fomentar la actividad física del estudiantado durante el recreo. Para ello, es de utilidad proporcionar entornos interiores y exteriores que cuenten con instalaciones y equipamiento deportivo, siempre seguras y con un mantenimiento adecuado. Además, después de las clases, es conveniente ofertar un programa de actividades extracurriculares que incluya ejercicio físico. En cuanto a la movilidad, el transporte activo puede fomentarse con vías en buen estado, señalización y conectividad entre lugares de tránsito habitual.

 

La alimentación saludable puede mejorar en las escuelas realizando modificaciones en el comedor, el aula, el recreo o el entorno próximo al centro. Los comedores escolares tienen grandes posibilidades de mejora. Sirvan de ejemplos medidas como ofrecer alternativas para requisitos nutricionales particulares y degustaciones de nuevos artículos, exhibir de forma atractiva frutas y verduras, señalizar los beneficios de los alimentos saludables o establecer precios bajos para los mismos. Durante las clases, pueden realizarse sesiones que fomenten la alimentación saludable y combinarlas con la entrega de fruta y verdura a los alumnos durante el recreo.  Para dificultar el acceso a alimentos poco saludables también es recomendable limitar el número de establecimientos que los proporcionan en el entorno de la escuela, así como regular su distancia y horarios de apertura.